Susanna Suñé, celler Rialla; «En Terra Alta tenemos las condiciones climáticas perfectas para la maduración de la garnacha»

Por Zoltan Nagy (Traducción: Héctor Romero)



Hoy os quiero presentar un pequeño proyecto que sólo conocerlo, me ha atrapado y me ha enamorado. El proyecto arranca el año 2016 con dos propuestas de vino con la variedad autóctona de la Terra Alta. La Bodega Rialla todavía no es una bodega física, actualmente están llevando a cabo las vendimias en la bodega de un buen compañero y amigo, en Altavins Viticultors (Batea), donde tienen un pequeño espacio con sus propios depósitos.

Al frente de la Bodega Rialla hay tres socios, el hermano Roger, el primo Sergi y el alma del proyecto, Susana. Los tres son apasionados del mundo vitivinícola y han crecido rodeados de viñedos desde que eran muy pequeños. Sus familias les han transmitido la pasión por este mundo tan mágico del vino.

El vínculo familiar y el amor a la tierra y en los viñedos les ha motivado a unirse en el mismo proyecto. Roger se encarga de todo el tema de la elaboración. Elaboran sólo vinos monovarietales, con las variedades tradicionales de la zona, la garnacha blanca, negra y peluda. Para esta pequeña empresa, el papel de la mujer es la esencia del vino y el nombre de la bodega es la motivación para hacer el duro trabajo, las ganas de salir adelante. Con el nombre de Rialla (Risa en catalán) quieren transmitir mucha positividad y optimismo ante cualquier situación, ya que si miras la vida con una sonrisa, a la larga, de alguna manera te acaba recompensando. Este es el poder del vino.

Susanna, siempre positiva y con una sonrisa en la cara, es la única mujer de la empresa y socia fundadora. Se siente muy valorada y tiene muchas ganas de seguir aprendiendo. Su punto fuerte en la vida son las ganas de aprender, de mejorar cada día, de crecer y de conocer más y más. En el poco tiempo que llevan en el mercado, este año dos vinos elaborados con las variedades autóctonas, han sido premiados en el concurso internacional Grenaches du Monde 2018 con una medalla de plata por cada vino. Hablamos con Susana, la columna vertebral de este proyecto.

¿Qué te hizo entrar en el mundo del vino?

Creo que desde el momento que nací mis raíces ya estaban vinculadas a este sector, quizás no tan centrada en un vino, pero sí en la viticultura. Mi padre toda la vida se ha dedicado a la viticultura, así que mi hermano y yo, desde muy pequeños, hemos estado rodeados de viñedos. No recuerdo un año sin haber ido a la vendimia. De pequeños nos parecía una distracción, cortábamos dos racimos y jugábamos entre viñedos. A medida que nos fuimos haciendo grandes, la vendimia se convirtió en una obligación, que en la adolescencia no nos gustaba cumplir. Hoy es nuestro trabajo, el fruto que cuidamos durante años y que nos recompensa en forma de vino.

Además, llevo varios años trabajando en una gran empresa del sector durante la campaña de la vendimia, donde he aprendido y sigo aprendiendo muchísimo. Mi hermano Roger estudió enología y además de trabajar en el campo con mi padre compaginaba el trabajo con otras bodegas del sector, que el enriquecieron como persona y como profesional.

En el año 2016 es mi hermano Roger quien me propone formar parte de su proyecto. Era un proyecto que llevaba en mente desde hace tiempo, pero solo no se veía capaz de ponerlo en marcha. Es aquí donde comienza mi vínculo con el vino y encendemos nuestro pequeño proyecto Celler Rialla.

¿Hay un boom de la variedad garnacha?

Yo no lo consideraría un boom, sino una variedad que por fin se empieza a ver recompensada. Creo que en este momento es una de las variedades de moda y es gracias al trabajo de viticultores y bodegas de la comarca que hace muchos años que trabajan la variedad para llegar a elaborar unos vinos monovarietales de una calidad excepcional. 

En la Terra Alta tenemos las condiciones climáticas perfectas para la maduración de la garnacha. Y con cuidado y esfuerzo conseguimos un fruto con muy buena calidad. Esto hace que a la hora de elaborar los vinos salgan muy buenos. Gracias a ello, todo el mundo empieza a hablar de esta pequeña comarca llamada Tierra Alta. Es un camino que comenzó hace unos años y será largo y duro, porque hay muchos vinos, pero si seguimos haciendo bien las cosas como ahora, cumpliremos el objetivo. La garnacha es la variedad de nuestra tierra, principal productora de garnacha blanca del mundo. Hasta ahora no había sido tan valorada. 

Es ahora que los viticultores, las bodegas, los enólogos y la gente de la comarca nos estamos esforzando para que la garnacha asome, se haga sentir en el resto del mundo y todo el mundo valore la calidad de este fruto.

¿Como mujer te es fácil trabajar en este sector del vino?

Como mujer creo que podría realizar las mismas tareas que mi hermano si realmente tuviera sus conocimientos como enólogo, no lo veo imposible. De hecho, hay muchas mujeres enólogas que trabajan exclusivamente en la bodega. En mi caso, dentro de la empresa me encargo más de la parte administrativa y comercial, donde cada día tenemos más trabajo.

¿El mundo del vino, sigue siendo de hombres?

No, la balanza está cambiando y las cosas se están equiparando. Pienso que no, que el mundo del vino no sigue siendo de hombres, pero es necesario que las mujeres se hagan más visibles, porque hay más mujeres de las que pensamos trabajando en el sector del vino.

¿Cómo ves el futuro de la Terra Alta?

Veo un futuro creciente, largo y que dejará huella. Ojalá sea un camino sin final.

¿Ayudan los premios a vender vino?

No sé si los premios ayudarán a vender más vino o no, porque somos muy nuevos en el sector. Sin duda, es más difícil vender cuando nadie te conoce que cuando tienes una marca reconocida. Lo más importante ahora es darnos a conocer y trabajar intensamente para estar a la altura de los grandes vinos que se elaboran de garnacha en todo el mundo. 

Estoy segura que si conseguimos premios nos podrán ayudar a vender más, ya que hay mucha competencia en el sector y los vinos premiados acaban teniendo más eco. Estos premios, a nosotros, nos llenan de satisfacción al ver que nuestro trabajo tiene recompensa. Son un reconocimiento y nos confirman que estamos haciendo bien las cosas. Nos llena de orgullo que nuestro trabajo esté bien valorada por un jurado.

Salud, vino y Risas!


Post escrito por Zoltan Nagy para naciodigital.cat (Traducción: Héctor Romero)

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